Cuando decidí agregar una piscina en mi jardín, establecí una regla: no contratistas, no excavaciones, no gastos excesivos. Pero quería algo más que una simple piscina de plástico. Buscaba un rincón que me llenara de satisfacción cada vez que mirara desde la terraza. Elegí una piscina elevada, y mi meta era clara desde el principio: debía lucir elegante y armoniosa.
Transformar el espacio sin obras complicadas
Lograrlo no fue fácil, pero con algunos trucos lo conseguí. El jardín y las plantas eran el fondo perfecto. La piscina debía integrarse de manera natural. Analicé diseño, formas y materiales, y creé un pequeño oasis alrededor. Manteniendo todo simple, pero con un efecto sorprendente para los invitados.
Elegir una piscina que complemente el entorno
Comencé con la estructura. Opté por un modelo de revestimiento efecto madera gris, resistente y elegante. Lo instalé cuidadosamente en una base nivelada. El resultado fue inmediato: la piscina se fusionó con el paisaje. El efecto madera eliminó el look plástico, y el gris complementó el verde del jardín.
Detalles que marcan la diferencia
La plataforma alrededor fue clave. Utilicé tablas de madera que se unían visualmente al césped. Coloqué plantas en macetas de diferentes alturas. Ocultaron el borde de la piscina y crearon un ambiente acogedor. A medida que crecían, el lugar adquiría un aire de resort.
La escalera también cambió el espacio. Reemplacé la escalera de plástico con una de acero satinado. Era discreta, elegante y resistente a la lluvia. Los colores neutros ayudaron a mantener el equilibrio visual.
Iluminación y textiles: el toque final
No olvidé la iluminación. Incorporé luces LED en la plataforma y luces flotantes en la piscina. Crearon un ambiente suave y encantador al anochecer. Los detalles de iluminación realmente transforman un espacio.
Finalmente, los textiles fueron cruciales. Evité los colores llamativos. Usé una cubierta suave en tonos neutros. Instalé una ducha solar funcional, resistiendo soluciones de bajo costo. Elegí piezas duraderas y bien integradas.
Ahora, cada vez que alguien v.coma mi jardín, queda sorprendido. No porque diga que tengo una piscina, sino porque apenas se nota que es una piscina elevada. La atención al detalle es clave. Con un poco de esmero, cualquier espacio puede convertirse en un refugio de relax. Sin excavaciones, sin caos, solo con planificación y buen gusto.
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